miércoles, 14 de noviembre de 2012

Sobre promesas, sueños y futuro.

 Párate a pensar por un momento en el futuro. No me refiero a mañana o a este fin de semana, ni siquiera a este verano. Me refiero al futuro dentro de años, cuando ya no estés estudiando en un horrible instituto, cuando estés en esa carrera que tanto adoras y que tanto has luchado por alcanzar.
Imagina que tienes tu propio y bonito piso compartido. No es demasiado grande, pero el alquiler es barato y ya te has acostumbrado a estar allí. Todo está perfectamente desordenado, como a ti te gusta. Un calendario pende de una chincheta roja en la pared de la cocina. Los días importantes están marcados con rotuladores de colores. Los platos comienzan a amontontarse en el fregadero. Coges tu taza y tu plato de las tostadas y los enjuagas para meterlos en el lavavajillas. No vas a detenerte a recoger lo de las demás porque ha sido un día intenso en la universidad. Abres la nevera y coges un taper con sobras de algún otro día. Arroz. Te encoges de hombros y tras calentarlo, te sientas en el sofá y comienzas a comer. Respiras hondo. Sí, huele a libertad, a independencia, a madurez. Luego coges el mando y enciendes la tele. Pones tu canal de dibujitos preferido y te ríes como un enano. Puede que entonces deje de oler a madurez. Puede ser también que eches de menos a tus padres y que el olor del arroz que tu madre te dio hace unos días y que ahora estás saboreando te haga pensar más de la cuenta en ellos.
Pero a penas tienes tiempo para la nostalgia. Recoges lo poco que has ensuciado y te enfrascas en un conflicto con tus deberes. Pensabas que esto se acabría a la vez que el instituto, pero no es así. De todas formas acabas deprisa. Te vistes y te arreglas un poco. Es hora de salir, has quedado. Dejas un post-it en la puerta de tu habitación, avisando a tus compañeros de que llegarás por la noche y de que dejen encendida la luz de la mesilla para evitar que te mates cuando entres en tu cuarto. Tu perfecto desorden puede convertirse en un gran caos cuando no hay luz.
Llevas dinero y la tarjeta del bus. Te montas en él tras esperar un tiempo que se te ha hecho interminable. Y después de un viaje movidito y en el que has ido de pie, llegas a tu destino. Sonríes al verla. Está allí y casi no ha cambiado. Corres a abrazar a tu amiga del instituto, que sonríe a su vez al verte. Cuánto la has echado de menos. Pero ahí estáis, juntas de nuevo, como prometisteis. Os ponéis al día y os contáis cómo lleváis la universidad, los estudios y trabajos. Os quejáis de todo en general y sobre todo os reís. Y entonces, cuando ya estáis acabando vuestra cena, ella abre su bolso y anuncia "ya los tengo". Tu sonrisa se ensancha al ver los dos billetes de avión que ella te muestra. Coges el tuyo, el que le pagaste en cuanto la paga de tu trabajo en la cafetería se acumuló hasta alcanzar la cantidad adecuada. Lo lees, sin dejar que tu sonrisa desaparezca. "Destino: Italia." Abrazas a tu amiga pasando por encima de la mesa y casi derribando un vaso. Estalláis en carcajadas y en grititos de emoción contenida. "¡Por fin!", exclamáis casi al unísono. Era otra de vuestras promesas. Uno de vuestros sueños, que prometisteis cumplir juntas. Ponéis vuestros billetes a buen recaudo y seguís hablando, dejando que la conversación se desvíe a temas como las maletas, los sitios que visitaréis y las cosas que haréis.
Y esa noche, cuando cada una regrese a su casa, tendréis la certeza de que el tiempo ha pasado, como era de esperar, pero vosotras seguís siendo las mismas. Las mismas que una vez en el interior del almacén donde se guardan los materiales de educación física se prometieron que viajarian juntas por Italia. Las mismas que pintaban sus muñecas con un número que ahora ambas lleváis tatuado. Las mismas que cuando dijeron "para siempre", lo decían de verdad.


-Teresa-


3 comentarios:

  1. Es hermoso tener sueños y soñar que se cumplirán. Y, lo mejor de todo, luchar porque esos sueños se cumplan. Todo es posible si se desea con fuerza. Alguien decía que quien no consigue algo tal vez es porque en el fondo no lo desea suficientemente.
    Un beso, Te.

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    1. Lo mejor de todo es luchar por ellos a pesar de lo que el resto pueda pensar, no desistir y no dejar que se te escapen. Qué razón llevaba ese 'alguien'.
      Un beso, Pap.

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