Apenas si queda aire en tu interior. No hay salida, solo sombras rodeándote, ocultándote. Ni un rayo de sol te alcanza.
Dicen que cada vez que se cierra una puerta se abre una ventana, pero tú sabes que, como tantas otras veces, mienten. Estás encerrado, atrapado dentro de ti, incapaz de levantarte para continuar tu camino, sin poder siquiera seguir luchando por alcanzar esos objetivos que te mantenían luchando contra la oscuridad.
Y ellos, los que te prometían incluso la luna, ¿dónde están ahora? Ahora que casi no puedes contener las lágrimas, ahora que necesitas más que nunca que agarren con fuerza tus manos y te saquen de ese horrible y aterrador agujero negro en el que te encuentras. Justo ahora que tu voz se niega a salir por tu garganta, rasgada y agotada de tanto pedir ayuda sin obtener respuesta. Porque nadie ha respondido a tu llamada, nadie ha sabido ver en tus ojeras el por qué de la desaparición de tu sonrisa.
Y poco a poco tomas consciencia de lo que ocurre a tu alrededor. Estás rodeado de gente que te promete cosas que simplemente no es capaz de cumplir cuando es necesario, que te ofrece una ayuda que luego no va a darte. Pero no les juzgas, no. Tú tampoco te ayudarías.
Por qué ¿para qué volver a llenar tu vida de velas cuya luz terminará por consumirse? ¿Para qué defender una causa perdida? Así que te limitas a ocultar esas sombras, las arrinconas en alguna parte dentro de ti e incluso a veces consigues olvidarte de su existencia. Pero existen y están ahí, presionándote, seguirán aumentando y te seguirán consumiendo.
"¿Cuándo va a acabar esto?", te preguntas, una de esas noches en las que todo te supera. Pues acabará cuando consigas encender en tu interior esa luz que hará que la oscuridad huya, la luz cuyo interruptor pareces haber olvidado cómo pulsar. Esa luz, que es tu ilusión. Son tus ganas. Tus ánimos, tus sueños, tus deseos susurrados a estrellas fugaces y también los que pensabas al apagar las velas de cada cumpleaños. Todas tu metas, tu necesidad de ser alguien. Pero sobre todo, esa luz era lo mucho que te querías y lo bien que te sentías con los demás. Sin embargo, provocaron un apagón a base de "es un sueño imposible", "tus metas son inalcanzables", "no lo haces bien", "no vas a poder", "jamás lo conseguirás, "no eres lo bastante bueno", y "eres un bicho raro". Fuiste permitiendo que tu luz propia se apagara por culpa de un par de palabras necias salidas de bocas de personas que no te conocían. Y tu vaso está ahora medio vacío, como tú.
Pero ahora, vuelve a congelar tu rostro en ese gesto que intenta parecer feliz, en esa media sonrisa que has adoptado como máscara. Es lo que haces siempre. Rodéate de aquellos que dicen quererte y aparenta que disfrutas con su compañía. Aunque estés roto. Aunque por dentro llores. Aunque en realidad estés solo.
-Teresa-