sábado, 19 de enero de 2013

Música. Insustituible.

Tercer intento de escribir ésta entrada. Nunca acabo satisfecha con lo que pongo. Nada me parece lo suficientemente interesante como para mencionarlo. He optado por hablar de algo que a todos, en algún momento u otro, nos habrá ayudado mucho.
La música.
Últimamente estoy conociendo muchas canciones y grupos nuevos, dejándome influir por el gusto musical de algunas personas a las que conozco y merece la pena.
En momentos malos y momentos buenos. Siempre está ahí. Creo que muy pocas cosas pueden compararse con acabar un día escuchando tus canciones favoritas, tumbada en la cama con los ojos cerrados. Sintiendo las canciones. Dejando que la música te rodee.
Cada canción te aporta algo. Te identifica de alguna forma y permite que imagines una historia que encaje con ésa canción, una historia que te gustaría que te pasara, o simplemente, una historia que te parezca bonita. Por eso me gusta la música, por la libertad que nos da.
Soy de ésas personas a las que si le quitas la música, su humor cambia por completo.
Tengo unos mil grupos favoritos, canciones en mi MP4 hasta aburrirse, y una historia que contar de cada una. Tal vez algún día os diga el por qué me gustan.
¿Y a vosotros? ¿Cual es el motivo por el que os gusta la música?

                                          Os escribía la entrada escuchando ésta canción ;)

     
 -Belén-

martes, 15 de enero de 2013

"Al final, el amor que recibes es igual al amor que has dado"

Vale, puede que no sea la persona más lista del mundo, ni la más brillante, ni mucho menos la más guapa. De hecho, estoy segura de que si soy alguna de esas cosas, es en una medida tan minúscula que no destaco por ello. Puede que las cosas que sepa sean absolutamente inútiles y que las importantes siempre se me olviden (menos los cumpleaños. Minipunto.) Sé que me paso los días riéndome de todo y cantando para rellenar silencios incómodos y no hay mañana que no acabe con las manos llenas de boli y rotulador, porque soy incapaz de prestar atención en clase durante más de veinte minutos. Tampoco me es posible dar más de diez pasos sin tropezar, y todo lo que aterriza en mis manos se estampa misteriosamente con el suelo a los pocos segundos. Soy caprichosa y quejica, no soporto el frío ni el calor y odio la mayoría de frutas que existen (¿Paraguayo? ¿Cómo puede llamarse así una fruta y pretender que la tomen en serio?) La puntualidad no es mi fuerte, ni la paciencia, ni tampoco la delicadeza. Cada vez que tengo dinero, me lo gasto pensando en vivir el presente, porque no tengo visión de futuro y estoy totalmente incapacitada para ahorrar. Pero si hay algo de lo que estoy segura es de que soy capaz de darlo todo por las personas que me importan y nunca me va a faltar una sonrisa para ellos. Me van a tener cuando me necesiten, decir la verdad y cumplir mis promesas son de las poquitas cosas que se me dan bien. Si tengo que caer por ellos, si tengo que remover cielo y tierra para ayudarles, lo haré, con tal de que su sonrisa no desaparezca de sus rostros. Porque, y esto también lo sé con toda seguridad, mi felicidad depende de la suya.





~ Teresa